martes, 5 de noviembre de 2013

¡Libérate de la Culpa!


La primera vez que impartí el curso Libérate de la Culpa me llamó la atención que se sobre pasó el aforo, la segunda vez fue lleno también pero ya en la tercera convocatoria fue cuando me saltó la alarma, no sólo venían muchas personas a quitarse el sentimiento de culpa sino que además te pedían con importante urgencia medios con los que quitársela.

De hecho es una de las emociones más antiguas de nuestro sistema límbico, desde esa ocasión en que nos dijeron niño/a malo/a tenemos esa semilla germinando y alimentándose en nuestro interior pero ¿esa culpa es nuestra?. El mensaje implicado en la culpa es: "Hice algo malo". Esta emoción nos lleva a la vergüenza, la depresión, la ansiedad, lástima de uno mismo, e inconscientemente estamos buscando nos castiguen.

Con el fin de profundizar un poco más en cómo nos afecta la culpa realicé una breve encuesta en Facebook para reconfirmar su importancia en nuestra actualidad y una vez más se confirmó que la culpa es un ingrediente más de nuestra vida, de hecho si buscas la palabra culpa en Internet te saldrán en torno a 112.000.000 resultados y si buscas inocencia te saldrán unos 3.920.000 resultados ¡se habla 96 veces más de culpa que de inocencia! Y luego en las sesiones de coaching las personas que acuden se lamentan de la losa que llevan encima, cuando lo que es verdaderamente milagroso es que no la lleven, que realmente vayan contra “la norma”, pero librarse de la culpa es posible y vamos a ver cómo.
Para ello vayamos definiendo y concretando, ya que muchas veces confundimos términos.

Vamos a diferenciar vergüenza y culpabilidad ya que en algunas ocasiones confundimos ambos sentimientos, mientras la vergüenza está sujeta a la opinión de los demás –si consideramos que nos estamos a la altura, el qué pensarán de nosotros- la culpa depende de sentir que le hemos hecho un perjuicio a alguien –sea real o no lo sea-. ¿En la culpa en la que tu estabas pensando cuál es el ingrediente principal: la opinión de los demás o sentir que le has hecho mal a alguien?.

Pero además se hace imprescindible seguir definiendo ya que aunque no lo creamos a priori, la culpa, como todas las emociones que sentimos, tiene un mensaje positivo. Para ello vamos a diferenciar entre la culpabilidad sana y la culpabilidad mórbida.

La culpabilidad sana es la que procede de una falta real, objetiva, es la voz interior que nos incita a respetar las reglas y que nos castiga al infrigirlas. ¿Te has saltado las reglas?, entonces tendrás que pasar por éste sentimiento de culpa que se terminará disolviendo.

En cambio la culpabilidad mórbida es sentirte culpable por algo subjetivo, nadie te ha dicho que le hayas hecho daño, no te has saltado ninguna norma pero tu te sientes mal, te sientes culpable ¿te suena el hecho de sentirte culpable por decir que no a alguien?, ¿por no haber acompañado a tu madre a algún sitio?, ¿por no ir a recoger a tus hijos al colegio?, ¿por no estar en casa para la cena?.

La culpabilidad mórbida aparece en situaciones en las que creemos que vamos a herir a los demás, creemos.

Vamos a hacer un pequeño ejercicio:

Identifica situaciones en las que te sientas culpable. Apunta quién se sentirá (o se siente) herido por tu causa, y debido a qué.

¿Pero somos realmente capaces de hacer infeliz a los demás?, ¿alguien es lo suficientemente capaz de hacernos totalmente infelices a nosotros?

Desglosa algunas situaciones en las que pienses que no eres feliz debido a los demás y ¿en cuáles eres feliz gracias a los demás?, ¿si una persona te dice que te quiere te hace feliz?, y si te lo dice alguien a quien tu no aprecias ¿te hace feliz?, realmente ¿qué te hace feliz la situación o la actuación de la persona o lo que tu piensas y sientes por esa persona?

No es posible que los demás te hagan infeliz, como mucho podrán contribuir a tu infelicidad ¡si se lo permites!

Para llegar a éste punto es importante identificar “la culpabilización” es decir quién es el responsable de éste sentimiento y practicar una formulación sana y equitativa en el reparto teniendo en cuenta que soy el responsable al 100 % de lo que hago, digo, pienso y siento y los demás son responsables al 100 % de lo que hacen, dicen, piensa y sienten. 
¿Tú eres el responsable de que se cumpla o no el objetivo de la situación?, si la respuesta es no ¡enhorabuena! esa culpa ya no es tuya y si la respuesta es sí felicidades porque ahora puedes elegir que reacción tener ante dicha situación.
Ya sabes que todo cambio necesita tomar conciencia y asumir la responsabilidad para, finalmente, trazar un plan de acción por lo que dejar de sentirte culpable está mucho más cerca de lo que tú te crees...