Un magnate de la industria buscaba un director general
competente y sabio que tuviera la destreza y la agudeza necesarias para hacerse
cargo de la dirección de la empresa una vez que él se hubiese jubilado. Reunió
a los mejores directores adjuntos de su propia compañía y contrató a
cazatalentos y especialistas en selección de personal para que le encontrasen
otros directores que pudieran servirle para su propósito. Llegado el gran día,
todos los posibles candidatos fueron convocados en el gran salón de un
magnífico palacio que la organización había alquilado para la ocasión.
El magnate se dirigió a los directores allí reunidos,
que habían sido cuidadosamente seleccionados: "Tengo un problema y quiero
saber quién de vosotros tiene los recursos necesarios para resolverlo. Lo que
veis a mis espaldas es la puerta más grande, más fuerte y más pesada de todo el
reino. ¿Quién de entre vosotros es capaz de abrirla sin ayuda?".
Algunos de los directores se limitaron a sacudir la
cabeza. Parecía tratarse de un problema demasiado grande. Otros examinaron la
puerta más de cerca, discutieron aspectos relacionados con la ley de la palanca
y con la masa, recordaron las diferentes teorías de solución de problemas que
habían aprendido en la escuela de comercio y finalmente admitieron que parecía
ser una tarea imposible.
Luego de que los más sabios y respetados hubieran
aceptado la derrota, los demás se dieron igualmente por vencidos.
Sólo uno de los directores se acercó a la puerta y la
examinó a fondo y muy de cerca. La tanteó golpeando suavemente aquí y allá,
estimó su ancho y su grosor, comprobó la naturaleza y lubricación de sus
goznes. La examinó minuciosamente con sus propios ojos y sus propias manos.
Presionó aquí, hurgó allá. Finalmente, pareció haber tomado una decisión.
Respiró hondo, se concentró y tiró suavemente de la puerta. La puerta se abrió
fácilmente y sin ningún esfuerzo.
Los demás habían dado por sentado que la puerta
estaría atascada o cerrada herméticamente. De hecho, siempre estaba ligeramente
entornada y la carpintería y el diseño eran tan excelentes que un leve toque
bastaba para abrirla.
El magnate ya tenía un sucesor. Se dirigió a los
directores allí presentes. "El éxito en la vida depende de ciertos
aspectos claves. Y éstos son los que acabamos de ver demostrados. Primero:
confiar en nuestros propios sentidos para comprender plenamente la realidad de
cuanto sucede a nuestro alrededor. Segundo: no aventurar falsas suposiciones.
Tercero: estar dispuesto a tomar decisiones difíciles. Cuarto: tener el coraje
necesario para actuar con energía y resolución. Quinto: poner todas nuestras
fuerzas en funcionamiento. Y finalmente: no tener miedo de cometer
errores". Tradición oriental.