La culpa y la responsabilidad caminaban con mucha prisa por
la calle y al llegar a una esquina chocaron fuertemente sus cabezas, tal fue el
golpe que luego del encontronazo permanecieron mirándose fijamente, observando
el morado chichón que brotaba de ambas frentes.
La responsabilidad pidió las disculpas correspondientes y le
ofreció a la culpa ir en búsqueda de hielo para ayudar a bajar la hinchazón,
pero ésta estaba tan perdida entre emociones y pensamientos negativos, que no
escuchó la sugerencia y sólo se ocupó de acusar a la responsabilidad por lo
sucedido..
—Es cierto que venía con demasiada prisa –dijo la
responsabilidad-, por eso te he ofrecido mis disculpas, y creo que con el hielo
podré repararlo, y si no dime qué puedo hacer para ayudarte.
Pero a pesar del ofrecimiento, la culpa, exhibiendo las
caras de culpador y culpado, no las aceptó y ni tampoco se sintió responsable,
y como estaba formada por sentimientos de culpa, a medida que iba creciendo la
amenaza del castigo, empezó a deprimirse y a paralizarse.
Ni bien la responsabilidad volvió con el hielo, y pese a que
la culpa terminó colocándose el hielo sobre su frente, no cesó de acusarla,
aunque también lo hizo con la acera, con el clima, con la poca visibilidad y,
finalmente, con ella misma.
—He sido una torpe que no me he dado cuenta de todos los
obstáculos que hicieron que me golpeara. –pensaba en voz alta-, y sin mediar un
segundo le preguntó enfurecida a la responsabilidad:
—¿¡Cómo es que no te sientes mal con lo sucedido y consigues
fuerzas para intentar reponer lo que ya no tiene ninguna posibilidad de
reparo!?
—-Hacerme responsable sólo me hace sentir mal hacia mi
conducta, pero me siento satisfecho porque pude aceptar que cometí un error y
entonces puedo remediarlo –respondió entusiasmada la responsabilidad.
—-¿Pero no sientes acaso que deberías ser castigada por tu
torpeza? ¿No tienes principios éticos y morales que te hayan enseñado a que si
te equivocas eres una inservible?
—-Si lo hago no solo que me autoflagelo y evito hacerme
cargo de mis actos, si no que además al calificarme negativamente le abro la
puerta a los oportunistas, los que aprovecharían mis sentimientos de culpa para
manipularme a su antojo. Como soy responsabilidad, me dispongo a hacer todo lo
que está a mi alcance para poder resolver a pesar de cualquier crítica.
—-¡No estoy de acuerdo!, -dijo la culpa con cara de culpa y sentimiento
de culpa- la única manera de remediar es encontrar a los culpables para darles
su merecido por ser tan tontos.
—-Quizás te hicieron creer que cometer errores es cosa de
tontos, de seres poco confiables y mediocres y nunca has podido confiar en tus
capacidades, y al asumirte como tal has creído que la única manera de poder
reparar lo que has hecho es mediante el castigo, aunque éste no te ayude a
resolver nada.
Un extraño sentimiento invadió a la culpa. Por un lado se
sintió culpable por haber lastimado a la responsabilidad, y por otra parte
sintió deseos de ser como ella, pero enseguida recordó que para ser culpa, no
debía ser responsable.
—-Muy lindas tus palabras, pero ¿sabes qué?, si no siento
culpa por lo sucedido me siento culpable por no sentirla, entonces deja de
querer convencerme y te pido por favor que sigas tu camino, y que “la próxima
vez cruces la esquina con más cuidado”.
Al poco tiempo, y gracias al hielo que había ayudado a
desinflamar, ambas cabezas estaban casi sanadas. La responsabilidad se retiró
satisfecha por su accionar y agradecida por el nuevo aprendizaje que escuchó
por parte de la culpa: “La próxima vez que cruce la esquina lo iría a hacer con
mayor cuidado”. En cambio la culpa no cesaba de mirarse al espejo la pequeña marca
sobre su frente, y a medida que su tristeza crecía, su autoestima más
disminuía, pensando que si no hubiera sido por la responsabilidad no tendría
ninguna huella en su cabeza. Al final, juntó coraje, tomó aire profundamente y
concluyó:
—-¿Y a ésta quién le pidió consejos? Si después de todo yo
no tengo que dejar de ser la culpa, porque si me comporto como la
responsabilidad, ¡perdería mi identidad y me la pasaría golpeando cabezas
ajenas en todas las esquinas!
Cuento Popular.